jueves, 22 de marzo de 2012
Las aguas se dividen al paso de la Reforma
Autor: Carolina San Martín Mazzucconi
"Las aguas se dividen al paso de la Reforma"
Hay quienes creen que la última reforma laboral española es una continuación de la que se llevó a cabo en 2010. Sin duda hereda algunos de sus postulados, porque, por ejemplo, el abaratamiento del despido no es una novedad, como no lo es tampoco la suspensión del límite al encadenamiento de contratos temporales ni la descausalización de las medidas de flexibilidad interna. Sin embargo, el conjunto de disposiciones dibuja un modelo de relaciones laborales muy diferente del que nos ha venido acompañando hasta ahora.
Una prueba de que no estamos ante una reforma más, ni ante la continuación de nada, es la especial intensidad con la que se está debatiendo su esencia entre los laboralistas, seguramente porque se sabe que hay mucho más en juego que la interpretación jurídica de la nueva norma. Para defenderla se habla de valentía, de modernidad y necesidad, de mayoría de edad del trabajador. Para criticarla se alude a una regresión histórica y al abandono de principios irrenunciables. Todas estas calificaciones confluyen en esa idea de que estamos ante un nuevo modelo laboral que no tiene nada que ver con el anterior. Por eso se menciona la valentía, de un lado, y la regresión histórica, por otro; porque no hay continuismo sino ruptura.
Los jueces ya se empiezan a posicionar a un lado y al otro de los cambios, bien haciendo valer la literalidad de la norma, bien aprovechando sus ambigüedades o defendiendo su inclusión en un ordenamiento jurídico inspirado por otros principios. Lo mismo sucede con los abogados, los graduados sociales y, cómo no, con los profesores de Derecho de Trabajo, cuyos escritos afloran en los más diversos medios, científicos y divulgativos.
Como ha sucedido con todas las reformas laborales, tras una primera oleada de comentarios divulgativos y valoraciones generales, se pasa seguidamente a las publicaciones técnicas en las revistas y obras científicas. Pero en esta ocasión hay algo distinto: las aguas que se dividieron al paso de la reforma, no están volviendo a su cauce. Hay una fuerte contestación social, por un lado, y una defensa a ultranza, por otro. La actitud ante la huelga general convocada por los sindicatos para el 29 de marzo próximo sintetiza muy bien lo que está pasando: o es la única respuesta posible a un recorte desmesurado de derechos, o es una maniobra sindical sin más objetivo que patalear por la pérdida de poder. Parece que sólo cabe uno de esos dos extremos; extremos que no constituyen una novedad en España, pero que ahora, con la ruptura que la reforma escenifica, se enaltecen sin pudor.
Y en todo esto internet está jugando un papel especial, sirviendo de amplificador de las opiniones. En las redes sociales los laboralistas insisten (insistimos) cada uno en su concepción de lo que este nuevo modelo significa para el Derecho del Trabajo. Los blogs jurídicos echan chispas, y hoy en día constituyen una fuente de excepción para pulsar el verdadero alcance de la oposición a la reforma, ya que en su mayoría son contrarios a la misma. En ellos, por ejemplo, se anuncia que en breve se hará público un manifiesto crítico de catedráticos de Derecho del Trabajo; en ellos se dio noticia de la posición que sobre la misma adoptaba una de las asociaciones de jueces más importante de este país. En ellos se recensionan las ponencias de una de las Jornadas de Derecho del Trabajo más prestigiosas, dando cuenta de los problemas detectados en este nuevo escenario que la reforma dibuja. Desde luego, harán bien los defensores de la reforma en no limitarse a las redes sociales y desembarcar por fin en los blogs, porque las cifras de visita de sus páginas crecen a un ritmo exponencial y están creando opinión.
El debate virtual es otra forma de debate, mucho más vivo que el que queda plasmado estáticamente en revistas científicas, y también mucho menos técnico. Hay que ser conscientes tanto de una cosa como de la otra.
Seguramente, sin la ayuda de internet en todas sus manifestaciones, las aguas volverían más pronto a su cauce. Pero la realidad se impone, y a la reforma laboral le toca bregar con un medio de comunicación del que los laboralistas participamos cada vez con más entusiasmo y que está lejos de atenuar la intensidad de los comentarios. La huelga será una ocasión para reavivar el debate virtual, como lo será también cada una de las normas que se vayan dictando para desarrollar y complementar la reforma laboral.
Que así sea.
@Carolina San Martín Mazzucconi
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