martes, 27 de noviembre de 2012

Los accesorios fiscales y el Buen Fin

Autor: Jorge Álvarez Banderas
Los accesorios fiscales y el Buen Fin
Finalmente el “buen fin” llego a su “fin”, afortunadamente para la economía familiar y desafortunada para el comerciante voraz, sorprendente es saber que en este esquema se sumó nuestro municipio de Morelia, mediante una aventura compartida o “Joint Venture” para de una manera por demás irresponsable, anunciar el descuento del 100% de las multas y recargos a los contribuyentes morosos de los créditos fiscales a su cargo, “premiando” de esta forma a los incumplidos y generando una expectativa futura de los hasta hoy causantes cumplidos para en adelante no pagar en tiempo y forma, para finalmente en el “buen fin” del año entrante obtener un descuento del 100% de los accesorios fiscales generados por su incumplimiento.
Mucho se dice y es cierto, que financiarse por medio del fisco es muy oneroso, pero hoy existe constancia al menos en nuestro Ayuntamiento que no lo será en adelante porque el “buen fin” llego para quedarse, veamos:
El Ayuntamiento moreliano anunció que logró recaudar un monto de 6 millones de pesos de una participación de 3 mil 570 contribuyentes, el titular del Poder Ejecutivo Municipal incluso de manera pública agradeció la participación de los morelianos en esta “aventura”, reiterando su agradecimiento a los ciudadanos por cumplir con sus obligaciones fiscales (?), declarando de manera expresa que “hoy sabemos que no podemos solos y para poder tener un Morelia productivo, nos necesitamos unos a los otros, gobierno y pueblo”, situación totalmente absurda.
El presidente de Morelia destacó lo anterior y dio gracias a la ciudadanía por cumplir con el pago de sus obligaciones fiscales, alentados por la gran oferta del perdón fiscal por medio de la condonación o lo que en derecho civil se conoce como “la remisión de la deuda”, dijo además que “estos 4 días fueron de gran importancia, seguiremos impulsando este tipo de iniciativas, en beneficio de los morelianos”.
Este tipo de estímulos fiscales permitidos en situaciones de excepción, no son parte de lo que el edil moreliano considera como la generación de una serie de proyectos y estrategias para incentivar al contribuyente cumplido, al contrario, se alienta a que el contribuyente cumplido en un futuro incumpla, estas acciones tampoco se pueden considerar como parte de sus políticas de estímulo a aquellos que cumplen oportunamente con los pagos correspondientes, sino todo lo contrario.
La mayor recaudación obtenida fue de la contribución denominada Impuesto Predial, que recaudó 5 millones 871 mil 502 pesos, como resultado del “buen fin” que recién concluye, el segundo concepto de recaudación fue el del Impuesto de Lotes Baldíos que ascendió a 313 mil 596 pesos su recaudación. El llamado del ayuntamiento de Morelia tuvo eco en los incumplidos, muy bien, pero ¿cómo se premia a los que si cumplieron en tiempo y forma?.
La reforma que sufre la Constitución en 1917 incorpora la prohibición expresa de no exentar a los mexicanos de impuestos, en 1983 la prohibición es relativa a ciertos aspectos de la nación, el “buen fin” no es uno de ellos.

Jorge Álvarez Banderas es Doctor en Derecho, Especialista en Derecho Fiscal y profesor invitado en el posgrado de Derecho de la UMSNH.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Reflexiones sobre la democracia, costes de información y Estado de Derecho




Autor: Teresa Da Cunha Lopes

Reflexiones sobre la democracia, costes de información y Estado de Derecho
 



1.- Reflexiones sobre la Democracia

Para bien o para mal, la democracia mexicana en el siglo XXI es un sistema representativo en el que la participación popular se se encuentra reducida a elegir a sus representantes y a controlarlos indirectamente en cada convocatoria electoral, cada tres o seis años..

El principio decisorio, en este tipo de democracía, es (aparentemente) el principio de la mayoría, y las instituciones del Estado de Derecho velan (teóricamente), por su parte, para que las decisiones mayoritarias no puedan vulnerar los derechos de las minorías.

El demos se autolimita a través de los controles externos de la democracia recogidos constitucionalmente.

El problema hoy no estriba ya tanto en ver si dichos preceptos constitucionales se adaptan mejor o peor a las nuevas situaciones, sino en verificar si existe una auténtica ciudadanía activa o si los canales de mediación entre ciudadanía y clase política funcionan correctamente, para que pueda existir una convivencia republicana e instrumentos de mediación y de pacificación social en áreas de conflicto.

Si observamos nuestras actuales sociedades políticas (y en particular la evolución reciente del contexto michoacano) percibimos una creciente:

1.- apatía y retraimiento ciudadano en los procesos electorales; un paisaje marcado por la “fatiga civil”, la “demo-esclerosis”,

2.-la huida de los grupos más propensos a un activismo político solidario hacia el “tercer sector” (ONG sobre todo) y una creciente pluralización y fraccionamiento del cuerpo ciudadano.

3.-un creciente uso de la confrontación como instrumento para crear “crisis de gobernabilidad”y poder utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos ( en este caso, de la ciudadanía) . Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos.

Por consecuencia, la responsabilidad no sólo cabe imputársela a los ciudadanos, a usted, a mí, como suele proclamarse en los mensajes mediáticos que están diseñados para reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, contra el sistema político, contra las violaciones a dus derechos fundamentales, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción.

Existen, también, una serie de condicionantes sistémicos que no favorecen la participación y competencia de los ciudadanos.

Estos condicionantes son:

a .- Las deficiencias del sistema de mediación política

b. los costes de la información c.-la tecnocratización de la política

d.-Las deficiencias del sistema de mediación política

Veamos la cuestión de las deficiencias del sistema de mediación político. (yo me atrevo a preguntar si en este momento todavía existe algo a que posamos llamar “sistema de mediación político”).

Las distorsiones en el funcionamiento de los canales de mediación entre sociedad y sistema político afectan sobre todo al concepto de la representación y están marcados por la oligarquización y “estatización” de los partidos políticos, así como por la creciente corporativización de los intereses.

Este proceso de corporativización parece estar en marcha en Michoacán y ha contribuido a la nueva gobernación o desgovernación.. Lo que puede parecer no deseable desde una perspectiva politica escorada excesivamente hacia la partidocracia y los presupuestos de un espacio público omniabarcador, pierde fuerza si lo combinamos con lo que se llama ahora “democracia sectorial ” : aquí el énfasis se pone en la posibilidad de crear mecanismos que faciliten la participación de los intereses afectados por una determinada política, que pasarían a ocupar el lugar que en la democracia representativa ordinaria compete a la ciudadanía.

El resultado sería la creación de redes comunicativas entre organizaciones afectadas que permitirían su participación y seguimiento de las decisiones que les incumbe.

Estas redes, de momento no existen.

A medida que esta democracia sectorial va ascendiendo de ámbito de decisión, a los intereses sectoriales se les acaban uniendo también intereses estatales o federales.

2.- Los costes de la información

 Fuera de las organizaciones, lobbies, ONG y otros grupos de interés atentos a la promoción de determinados objetivos, no parece que el ciudadano individual )usted, yo) de nuestros días esté a la altura del gasto en energía y tiempo necesarios, diariamente, para asimilación el flujo de la información necesaria para poder orientarse eficazmente por la política actual.

Pero, también me parece que la labor informativa en Michoacán se ha transformado en “periodismo-ficción”, con la manipulación informativo-politica operada a traves de las redes sociales por inúmeras cuentas ficticias creadas para generar “tendencias de opinión” y con la táctica institucional de “filtrar” ” pseudo información a medios de comunicación que no conocen, y por ende no aplican, las mínimas reglas de la ética del periodismo mundial .

Los medios de comunicación y la labor de los partidos en aplicación del código gobierno/oposición, contribuyen, en los países democráticos, a reducir los costes de información. No es el caso en Michoacán.

Pero el esfuerzo necesario para estar medianamente informado y para actuar políticamente excede con mucho las posibilidades de tiempo – y capacidad?- disponible por parte de la mayoría de los ciudadanos.

Lo característico de las cuestiones políticas ( o politizadas) es su lejanía, su cambio constante de temas, además de las dificultades de evaluación que suelen concurrir en muchas de las decisiones políticas; todo ello dificulta la posibilidad de una decisión racional, un juicio minimamente elaborado sobre dichas cuestiones.

El resultado es una voluntad susceptible de caer en la manipulación, de dejarse llevar por los “afectos” y, en todo caso, responde a una voluntad fabricada, no elaborada autónomamente. La política expresiva y simbólica aparece así como el mecanismo más eficaz de movilización de la ciudadanía, que apela a las “emociones” y que canaliza la manipulación totalitaria de las masas, como bien lo analizó en el siglo pasado W. Reich.

3.- La tecnocratización de la política es un freno a la democracía y al Estado de Derecho

 Las dificultades habituales para acceder a un amplio conocimiento de lo que acontece en la política y para evaluarla con autentica capacidad de juicio, se ha incrementado a medida que aquélla se ha ido especializando y haciendo más compleja.

Esto en el caso general de las sociedades modernas.

Pero, en su opuesto también se observa el mismo fenómeno, cuando se va tornando más opaca, sin rendición de cuentas y sin apego al estado de derecho, en los momentos de regresión autoritaria.

En el primer caso, un gran número de decisiones políticas se apoyan en el “conocimiento experto” de técnicos de todo tipo adscritos a diversas instituciones. En el segundo caso, en las mafias del amiguismo o en las redes del nepotismo.

El problema no reside en la aplicación del conocimiento experto o de las “redes”, sino en su extensión a campos en los que dominan las contingencias, cuando tiende a suplantar la discusión y el debate público por considerarse que responden a imperativos científicos o están en la naturaleza de las cosas, algo cada vez más habitual .

El problema reside en que esta situación emerge como una componente de las rupturas del orden político y la regresión del Estado de Derecho en los momentos de crisis. Tal como es el actual caso.

Dos conceptos, dos principios se encuentran en primera línea del ataque organizado contra nuestras libertades Son ellos: Democracia y Estado de Derecho.

4.-El Estado de Derecho constituye un límite jurídico al poder del Estado.

Su objetivo primordial es garantizar la libertad individual frente al Estado y la introducción de este paradigma supone una revolución ideológica protagonizada en el siglo XVI por Guillaume Budé; en los siglos XVII y XVIII por los pre-liberales (Hume, Locke), por los liberales (Adam Smith), por el Iusnaturalismo racional de Kant y plasmada posteriormente en el movimiento codificador de finales del siglo XIX y en las Constituciones modernas. Mientras que el monarca, según la concepción absolutista del poder, no se encuentra vinculado a las leyes, la idea de Estado de Derecho supone el sometimiento de los poderes públicos al Derecho. Los límites de la autoridad están determinados por criterios jurídicos. No son ya, como podría suceder en otras épocas, de naturaleza ética, religiosa o histórica.

Es una legitimidad racional.

En consecuencia, los caracteres del Estado de Derechos son:

a.-El imperio de la ley

b.-La división de poderes

c.-La legalidad de la Administración

d.-El reconocimiento de los derechos y libertades fundamentales

El imperio de la ley significa que ésta prevalece sobre las decisiones de todos los poderes públicos.

Por ley ha de entenderse la expresión de la voluntad general representada en el poder legislativo. Las leyes son instrumentos esenciales para evitar la arbitrariedad del poder, además de contribuir a la despersonalización de su ejercicio.

La legalidad de la Administración es otra de las exigencias del Estado de Derecho. Implica, por una parte, la subordinación de la actividad administrativa al imperio de la ley. Por otra, la legalidad de la Administración conlleva la posibilidad de que sus actos sean fiscalizados judicialmente para garantizar la adecuación entre la ley y las decisiones administrativas.

La utilización del concepto en otros contextos sociopolíticos, en particular en el momento actual, puede ser entendida como una de las causas explicativas de la diversidad de significados que a él se le han atribuido.

Estos significados diversos pueden ser catalogados en tres grandes modelos de referencia.Un primero modelo identificado con la escuela racionalista del derecho natural, que tiene a Kant como su autor más relevante, el poder debe limitarse a través de los criterios racionales característicos del Derecho natural.

El fin del Estado debe regirse por tres principios a priori de derecho:

aLa libertad de cada miembro de la sociedad, en cuanto individuo, persona

b)   La igualdad de cada uno con los demás, en cuanto sujeto de derechos

c)  La autonomía de cada miembro de la comunidad, en cuanto ciudadano

Para el positivismo jurídico el derecho creado por el Estado no tiene como referente un a priori que lo trascienda. Solo la ley que es aprobada como tal por el poder legislativo es real. En líneas generales, esta corriente mantiene que todo derecho es estatal. Es suficiente que el Estado establezca alguna limitación a su poder para que sea calificado como un Estado de Derecho, lo que hoy es doctrinalmente inaceptable. . El concepto de Estado de Derecho defendido por el positivismo se caracteriza por reducir su especificidad a los elementos formales.

Los postulados de la concepción formal del Estado de Derecho impulsaron la revisión de la doctrina de la vinculación negativa de la Administración, defendida por el liberalismo doctrinario.

Según esta doctrina, la Administración puede hacer todo lo que la ley no prohíbe. No es requisito que la norma la habilite para ejercer su actividad. En consecuencia, los actos administrativos no vinculados a la ley eran discrecionales y, además, no podían ser fiscalizados. Los defensores del concepto formal de Estado de Derecho mantienen, frente a la interpretación de la vinculación negativa, que todos los actos de la Administración tienen que fundarse en un precepto jurídico para ser actos del Estado. La discrecionalidad no supone la disponibilidad de poderes ilimitados porque todo acto discrecional contiene elementos reglados y, por lo tanto, permiten su control judicial. Por lo tanto, no cabe interpretar la vinculación de la Administración a la ley sea negativa sino positiva.  Las críticas vertidas sobre el “concepto formal de Estado de Derecho” fomentaron la construcción del “concepto material”. Este segundo término identifica el Estado de Derecho con la vinculación de los poderes públicos a los valores materiales sancionados por la constitución. Este concepto atribuye validez jurídica a las convicciones éticas y políticas de los textos constitucionales. Por último, el Estado de Derecho ha sido formulado como un Estado social de Derecho.


  
Teresa Da Cunha Lopes es Investigadora S.N.I. Nivel I, Titular del Área de Ciencias Sociales del CIJUS/FDyCS/UMSNH.



Por una verdadera reforma laboral



Autor: José Gómez Porchini

Por una verdadera reforma laboral








El Diccionario de la Real Academia Española ofrece como significado, en segundo término, de la palabra reformar la siguiente definición: Modificar algo, por lo general con la intención de mejorarlo.
Nuestros diputados y posiblemente los senadores, aprueben en estos días una reforma laboral que, siguiendo el sentido de la palabra, habrá de modificar la ley laboral con la intención de mejorarla.

Sin embargo, del análisis de lo que ha aparecido como minutas del proyecto de reforma, aparece que la intención de mejorar no establece en favor de quién habrá de ser esa mejora: si del trabajador o del patrón.

Por definición propia y como se encuentra dentro del marco del derecho social, el derecho del trabajo debe ostentarse como garante de la seguridad del obrero y buscar, lo que la propia Organización Internacional del trabajo, la OIT por sus siglas, ha venido pugnando: establecer un salario decente.

Pero para establecer un salario decente, habría que empezar por definir qué es decente, cómo lo interpretan nuestros próceres legislativos y qué fin último es el que persiguen.

La cantidad en pesos y centavos de un salario decente, escapa y con mucho a la imaginación, pero no, nunca puede ser de sesenta pesos diarios, suma que es insuficiente para sostener una familia, desde el ángulo que se le quiera ver.

Ahora bien, muchos patrones, me consta, podrían pagar más pero no lo hacen por el temor a las repercusiones que trae aparejadas el importe del salario del obrero. Las cuotas de seguridad social, que alcanzan niveles de escándalo, impiden que se les cubra mejor salario. En el mejor de los casos, el patrón, en adición al sueldo con que los registra en la seguridad social, cubre primas, bonos, estímulos y otras figuras medio incomprensibles que escapan al salario para efectos fiscales y de pago de cuotas obrero-patronales, prohijando con ello, el gobierno, un auténtico fraude a la seguridad social.

El hecho de que el patrón pague más de lo que reporta, no es culpa del empleador, es responsabilidad directa del gobierno que, en su ceguera legislativa, es incapaz de encontrar nuevas fórmulas para allegar recursos al seguro social y todo lo pretende obtener del causante cautivo: el patrón.

Claro, al lastimar a quien paga, el patrón, no habrá empleos ni seguridad social ni podrá generarse riqueza.

¿Cuál será la solución?

Mejorar la Ley Federal del Trabajo para que, de inicio, realmente regule los trabajos y no los empleos. En la actualidad, la Ley Federal del Trabajo lo que realmente regula son los empleos formales, pues reduce su protección a los que gozan de una relación laboral formal, aun cuando pretenda definir que relación laboral y contrato de trabajo son casi sinónimos y que el segundo es solo la expresión escrita de la primera. Si el patrón le dice al obrero que no le entrega copia del contrato por que no quiere, el obrero se aguanta. Tiene que comer. Y si no lo da de alta en el seguro social, también se aguanta, por la misma razón. Claro, ningún obrero en lo individual pelea capacitación y adiestramiento, ni seguridad e higiene, ni todos y cada uno de los postulados hermosísimos que contempla la legislación laboral pero que solamente unos cuantos patrones cumplen. Claro, sirven para que los inspectores obtengan tajadas maravillosas y también, para fincar responsabilidades al patrón, nunca a la autoridad, en caso de siniestros.

 Así… ¿para qué queremos la ley, si no se aplica? Si no sirve ni la actual ni la reformada ni la remasterizada ni la digitalizada ni de ningún otro nombre… ¿qué debemos hacer? Y si aparece el sindicato a defender los derechos de los obreros, lo menos que decimos de ellos es que son rojillos, que no razonan, que son intransigentes, unos abusivos extorsionadores y cualquier lindeza por el estilo. Y está el ejemplo de los del SME, que en mi opinión deben ganar, pero que la prensa y el gobierno los han satanizado. Y no, nadie defiende al trabajador. 

Por tanto, se debe ampliar la protección que brinda la seguridad social a la totalidad de la población, con independencia de que tengan o no una relación laboral formal. ¡No se puede! Dirán de inmediato los que manejan los fondos. Es el sueño del proletariado, dirá la voz de los de izquierda. ¡Herejía! Le toca decir a algunos sectores plenamente identificados.

La realidad es que otorgar seguridad social a la totalidad de la población es jurídicamente posible, tecnológicamente sin trabas y constitucionalmente solo se requiere la voluntad de quienes pueden decidirlo.

Trataré de explicarlo: La fórmula es brindar a cada mexicano una tarjeta ligada al CURP que se utilice en cada operación gravada con IVA para que el equivalente a tres puntos de IVA se apliquen en favor de la seguridad social de cada uno de los ciento siete millones de mexicanos, de tal suerte que se deberán crear igual número de cuentas tipo bancarias, que sean de seguridad social, donde se depositen esos fondos. Cada individuo en lo particular, tendrá sesenta y cinco años para acumular fondos y garantizar su propio sistema de ahorro y seguridad social con independencia de que tenga o no, una relación laboral formal. Cuando ingrese a un sistema formal, podrá juntarlo con sus saldos. Al separarse, se llevará el saldo y así lograremos la, hasta ahora, imposible, portabilidad de los sistemas de pensiones.

Cuando compre una empresa de derecho privado, los fondos se acumularán en favor de la empresa y servirán para pagar impuestos de seguridad social.

Cuando compre el gobierno, el nivel que sea, se aplicará en una cuenta concentradora para garantizar la seguridad social de los que nunca compran, de los que ya tengan los sesenta y cinco años cumplidos al inicio del sistema y de quienes no alcancen un mínimo.

Cada punto de IVA representa en la actualidad, aproximadamente cien mil millones de pesos. Cifra suficiente para garantizar y otorgar las pensiones que se requieren en la actualidad en México. Cuando se inició la presente propuesta, el punto de IVA alcanzaba apenas cuarenta y cinco mil millones de pesos. Ha crecido.

Ayudaría a tener un control real de los gastos de cada uno, sería suficiente para tener ciento siete millones de inspectores de Hacienda verificando que se cobre realmente el IVA, reduciría la evasión y elusión respecto del propio IVA y además, ayudaría a generar ahorro interno del orden de doscientos mil millones de pesos anuales.

Ya está publicado, ya está en la red, ya conocen la propuesta: académicos, legisladores, estudiantes y muchos mexicanos más, así como personas de otras latitudes.

Lo único que falta es una voz que la haga valer y claro, la suma de muchos mexicanos que inviten a sus legisladores a proponerla y apoyarla. Es una idea que le sirve a México.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.


José Gómez Porchini es Director General de Calmecás Asesores Profesionales A.C.
Maestro en Derecho Constitucional y Amparo, y catedrático en diferentes universidades.