miércoles, 4 de febrero de 2015

El Juego de la Democracia


Autora: Karla Teresa Piña Martínez*

Título: El Juego de la Democracia

En el nombre de la democracia se puede todo, hasta justificar muchas cosas, antes de adentrarnos al tema es indispensable retomar el significado de democracia, la cual tiene sus bases en el antiguo griego y se forma de combinar los vocablos demos que significa pueblo y kratós que puede entenderse como “poder y gobierno”.1

En la actualidad, se entiende que la democracia es un sistema que permite organizar un conjunto de individuos, en el cual el poder no radica en una sola persona sino que se distribuye entre todos los ciudadanos, por tanto, las decisiones se toman según la opinión de la mayoría, permitiendo con ello una convivencia ordenada política y socialmente, otorgando derechos y libertades a cada uno de sus miembros, ya lo menciona claramente la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 35 específicamente en su facción II “Los derechos de los ciudadanos es votar en las elecciones populares y ser votado para todos los cargos de elección popular, teniendo las cualidades que establezca la ley…”.

Así, cualquier ciudadano en pleno ejercicio de sus derechos civiles y políticos puede ser electo de acuerdo a la ley, no importando su estrato social, profesión u oficio, esto al parecer es muy preciso y muy claro, pero que es lo que sucede hoy en día, donde payasos, futbolistas, actores, actrices y hasta cantantes aspiran a puestos de elección popular, aquí es donde la perspectiva cambia ¿o no?

Lo cierto es que es un año de candidaturas, de elecciones y en donde entran en juego los partidos políticos y el juego de la democracia, es sabido que muchos de los partidos políticos no postulan para presidente, gobernador, senador, diputado a los mejores ciudadanos mexicanos, a los más honestos, preparados, con experiencia, con talento y claro con la intensión de servir al pueblo quien es por quien tocan sus puertas pidiéndoles el voto, indiscutiblemente pocas veces a los partidos poco o mucho les importa que su candidato sea el más adecuado o el más idóneo, solo les interesa mantener el registro y con ello recibir el dinero para las candidaturas y claro esta tener el mayor numero de votos para ganar y así seguir manteniéndose en la cúpula del poder.

Así, el claro ejemplo lo tenemos con la candidatura del payaso y comediante Guillermo Cienfuegos, más conocido como el payaso “lagrimita”, quien busca ser candidato a la Presidencia Municipal de Guadalajara y quien además busca las 23000 firmas de ciudadanos que le permitan lograr una candidatura independiente (esas que reciente creación y que parecen inalcanzables) para ello y en caso de conseguirlo estaría gobernando una de las ciudades más grandes del país bajo su eslogan “los payasos al poder”.

Otro caso lo tenemos en el futbolista Cuauhtémoc Blanco, quien se registró el pasado 22 de Enero como precandidato a la alcaldía de Cuernavaca la capital del Estado de Morelos, esto a través del Partido Social Demócrata (PSD), quien le peleará al “Cuau” el puesto es a la actriz Laura Zapata quien también aspira a gobernar la capital morelense por el Partido Encuentro Social (PES).

Asimismo, competirá por primera vez y se destapa en busca de la candidatura a Diputado Federal es el actor Alejandro Camacho igualmente por el PES y quien ya vemos en los spots de publicidad y medios electrónicos apoyando al partido. Así como Yuri la “jarocha” quien va por un puesto de elección popular en su natal Veracruz, así como tantos más que son “caras conocidas” y que se encuentran en las listas de los partidos políticos.

Lo importante para los Partidos Políticos es la cantidad de votos que se puedan lograr, dejando de lado la honestidad, las cualidades o habilidades de los candidatos a gobernar, lo cierto es que la ley es muy clara como ya se menciono al precisar que cualquiera independientemente de su estrato, condición u oficio puede aspirar a un puesto de elección popular, pero como se sabe los partidos prefieren postular como sus candidatos a los ciudadanos más populares, pues a ellos les traerán no solo aplausos y simpatías sino votos y claro esta más seguidores, ¿a quien le importa que ellos no sepan que es abrogar, derogar o adicionar la ley?, ¿no importa que no sepan cuantos artículos tiene la Constitución?, lo importante es que los partidos políticos les pondrán asesores que les digan que hacer, mientras ellos consigan votos, vendan imagen y logren lo que el partido quiere todo estará bien, pero y ¿que pasa con el pueblo?, los que votan pensando en la mejoría de los servicios, en un mejor país.

Pero, que pasa si se regulara perfiles, requisitos, nivel académico, etc., se estaría atentando claramente a la democracia a ese principio esencial e intocable de que cualquiera puede votar y ser votado, sería imperdonable, pero en cambio existen otros tantos que justifican la participación de estos “ciudadanos populares” con frases como: ya lo conocemos, gana mucho dinero y por ende no tiene necesidad de robar, es necesario que no siempre sean los mismos, queremos un cambio.

Lo cierto es que engrosan las filas de seguidores, que se traducen en votos, en presupuesto para las campañas políticas y por ende en poder para los partidos políticos, aunque todo ello claramente justificado que todo se hace en el nombre de la democracia.

*Profesora de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.



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