Título: DIVERGENCIA EN EL ACUERDO DE PARÍS. ORTODOXOS VS AGNÓSTICOS.
Title: DIVERGENCE IN THE PARIS AGREEMENT. ORTHODOXES VS AGNOSTICS.

Resumen: ¿Es el Acuerdo de París la solución al problema climático? ¿Vale la pena la inversión de miles de millones de dólares para crear mecanismos de producción de energías renovables? El Acuerdo de París representa el instrumento internacional diplomático más importante desde la Convención de 1992 en New York para el Cambio Climático. Como todo suceso importante tiene sus defensores y sus atacantes, los ortodoxos con una fiel posición al cambio climático y los agnósticos aquellos que creen que el cambio climático no existe, que no es muy importante o que ya hemos hecho lo suficiente como para que ya no nos preocupemos de ello.
Palabras clave: Acuerdo de París, Ortodoxos, Agnósticos, Convención de Cambio Climático, Protocolo de Kyoto, Energía, Economía, Cambio Climático, Impacto Ambiental, Mitigación.
Abstract: Is the Paris Agreement the solution to climate change? Is it really worth enough to invest billions of dollars to create mechanisms and systems of renewable energy? The Paris Agreement represents the most important dimplomatic international instrument since the Convention of 92 about Climate Change in New York City. Just like every important event, it has two different points of view, on one hand we have the orthodox way of thinking, where people see that the problem is real and the only way to fix it is to get the objectives and goals we set. On the other hand we have the agnostics way of thinking, where people may think there is no problem to fix, it is not important or we have done enough so we should not worry about it anymore.
Key words: Paris Agreement, Orthodox, Agnostics, Climate Change Conventio, Kyoto Protocol, Energy, Economy, Climate Change, Ambiental Impact, Mitigation
El Acuerdo de París quizás sea el más controversial pacto internacional sobre la problemática climatológica que tiene el mundo desde los comienzos de la globalización. Antes que el protocolo de Kyoto y de otros tratados que tocaron el tema de la polución, el desarrollo verde, ecológico, la energía alterna, sustentable y el calentamiento global, el Acuerdo de París significa hoy, la mayor prueba viviente y objetiva de que algo realmente grave le está pasando a nuestro hogar.
Pero como todo tema en el que se involucren ideas políticas, decisiones políticas, siempre encontraremos un desigual y efímero número de desacuerdos, intransigencias, ceguera, etc.
I. Palabras preliminares:
Para efectos de espacio, sintetizaremos las explicaciones largas y profundas del proceso político y difuso que tuvo el cambio climático en las naciones, por lo que sólo daremos algunas palabras preliminares sobre la Convención de Cambio Climático aprobada en Nueva York en 1992 y el Protocolo de Kyoto, ambos de las Naciones Unidas, la utilidad de las herramientas internacionales y sobre los ejes en los que gira este móvil.
El eje central de hacer un protocolo que se ocupara de manera más práctica y experimental del asunto del cambio climático le dio la oportunidad a las Naciones de reinventar estrategias, tecnología y políticas nuevas, para ese fin. Motivados por un problema que nos involucra a todos, sin buscar culpables, más bien buscando soluciones, advirtiendo a las partes a respetar el marco de actuación y sobre todo a educar la política nacional desde la internacional.
El reconocimiento de que existe un problema llamado calentamiento global, crisis de impacto ambiental, polución, escases, etc. Es un avance, porque muchas veces nos encontramos con la divergencia de opiniones y sobre todo de extremistas y/o de ortodoxos que no persiguen los objetivos de hacerse cargo del cambio climático.
Como todo tratado debe estar analizado y estructurado estratégicamente, por eso en el segundo artículo que es para mí de los más importantes ya que es donde los Estados parte elaboran los ejes y bases donde van a empezar a actuar; es decir, son las promesas y los cambios políticos, científicos que deben de lograr toda vez que se acoplen al protocolo.
“iv) investigación, promoción, desarrollo y aumento del uso de formas nuevas y
renovables de energía, de tecnologías de secuestro del dióxido de carbono y de
tecnologías avanzadas y novedosas que sean ecológicamente racionales;”
“v) reducción progresiva o eliminación gradual de las deficiencias del mercado, los
incentivos fiscales, las exenciones tributarias y arancelarias y las subvenciones que
sean contrarios al objetivo de la Convención en todos los sectores emisores de gases
de efecto invernadero y aplicación de instrumentos de mercado;”
A mí parecer el trasfondo que todo tratado debe tener son estos principales aspectos que vemos citados en los párrafos anteriores:
1. Aspecto Técnico/Científico. Dicha parte podría corresponder al primer párrafo que tomamos del protocolo de Kyoto, ya que es en sí, una pronunciación hacia cómo es que se logrará encarar las desastrosas consecuencias del cambio climático, pues bien, el párrafo lo responde concretamente, que aunque es una respuesta sencilla, el trasfondo es muy complejo, son datos que sí pueden radicar en el tratado, sobre el diagrama de investigación, pero esto ya depende por ejemplo de cada Nación el cómo lograr los objetivos planteados; por ejemplo:
En el Anexo 1 del mismo protocolo en el párrafo 1 y 2 suscriben que las partes intercambiarán estrategias, experiencias e información acerca de cómo hacer el cambio de transición sobre las nuevas tecnologías que sean amables para el medio ambiente y la investigación sobre ello, además de que se proponen alcanzar ciertos objetivos en una temporalidad y en dichos objetivos impera el respeto a ciertos lineamientos, más no necesariamente el conocimiento científico/técnico de cómo hacer cambiar el paradigma es el mismo. Por eso el conocimiento en base al aspecto técnico/científico es primordial.
2. Aspecto Político/Jurídico. Todo misil debe tener una computadora inteligente que lo direccione. Aunque no estamos hablando de explosivos ni de algo en estricto modo negativo, ya que estamos tratando un problema y el hecho de hacerlo es algo positivo. He aquí una paráfrasis de lo que necesita un Tratado; dirección, estrategia, convencimiento y un buen plan de trabajo basado en decisiones racionales, legales y políticamente correctas.
El párrafo segundo explica un cambio de fondo que surgirá a partir de las consecuencias jurídicas del Tratado, que es pues, la base para que funcione y se tenga el resultado deseado, hablando más explícitamente, en política exterior siempre se tiene que hablar de la economía, siempre se tiene que hablar de los cambios de financiamiento y vaya que para este tema y rubro específicos el tema del financiamiento era primordial, porque el cambio climático se debe principalmente al uso excesivo de la industria que produce gases de efecto invernadero (Co2), por lo que para evitar el consumo y uso de la sociedad de tales industrias, tendremos que sopesar dichas industrias por otras más amables y el cambio de transición cuesta, pero se ha comprobado que es una inversión bastante gratificante y con efectos prósperos y expeditos.
Los mitos de que las mieles que produce el gran panal de los futuros híbridos son lentas y sin ningún beneficio expedito deben descartarse completamente, ya que se conoce el caso de países sobre todo asiáticos que pudieron en un tiempo relativamente corto elevar y potencializar su actividad económica y energética, dejando atrás a combustibles fósiles y a industrias que perjudicaban más de lo que beneficiaban a los ciudadanos y a la casa de todos, la Tierra.
Por lo tanto, en la esfera de cualquier tratado/convención debemos de cerciorarnos de que existe el conocimiento técnico y el conocimiento jurídico para aplicar y ejercer debidamente una herramienta de tal magnitud como lo es un tratado internacional. El párrafo quinto del numeral siete del Acuerdo de París nos dice a la postre, “(…) y que dicha labor debería basarse e inspirarse en la mejor información científica disponible y, cuando corresponda, en los conocimientos tradicionales, los conocimientos de los pueblos indígenas y los sistemas de conocimientos locales, con miras a integrar la adaptación en las políticas y medidas socioeconómicas y ambientales pertinentes, (…).”
El mismo Acuerdo de París, remite a los lectores a una de las fuentes primarias de todo Tratado Internacional conforme al cambio climático, el cual es la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, hecho en 1992, éste da las reglas como si fuere tal un protocolo más reducido, de los objetivos base que debe alcanzar cada sujeto obligado, para que los objetivos planteados en el Tratado en comento puedan materializarse, algunos de ellos son:
a) Reducir la emisión de efectos de gas invernaderos o evitar que el promedio global eleve su temperatura a 2°C
b) Regular la tala y forestación de áreas verdes siempre promoviendo y garantizando un equilibrio ecológico.
c) Estructurar una economía fuertemente sustentable respetuosa de los objetivos planteados en el Acuerdo.
Coincidentemente con esa fecha la primera ministra del Reino Unido, la dama de hierro, Margaret Thatcher había incursionado su política en una de gran impacto para las políticas verdes y de cambio ambiental, fue ella una de las pioneras en tomar en serio el cambio climático y las energías renovables.
Cuando hablamos de cambio climático, estamos hablando de un evento que fue visto muy después de que las naciones en conjunto (no todas), reconocieran que quienes ocasionaban los problemas, eran ellas mismas, era eso, o la simple arrogancia de no querer enfrentar el tema, porque no fue hasta los años 80’s cuando el Reino Unido, en especial, como se comentó, Margareth Tatcher, pluralizó y exhortó a todo el mundo, en voltear a ver los desastres que ocasionaban nuestros logros.
Por eso, el Acuerdo de París, puede ser considerado, desde la Convención sobre el Cambio Climático, el tratado internacional más importante que se verá en estos años. Sin embargo, encontramos en la comunidad internacional debilidades y fortalezas que no dejan de ser una estira y afloja en los rubros de mayor importancia económica y científica para las Naciones, es decir, las naciones se hacen las preguntas, ¿debemos tomarnos en serio el cambio climático? ¿París es la solución?
II. ORTODOXOS:
Los extremos en todo caso, no aterrizan jamás en consecuencias positivas, los métodos ortodoxos han demostrado con el paso del tiempo, que pueden ser perjudiciales si no se actualizan mecanismos o principios que puedan regir en caso de que los problemas sean numerosos y que los métodos sean radicalmente insolventes.
La ortodoxia en estos tiempos, es una filosofía que puede estar muriendo, porque ya nadie sigue el protocolo de una manera casi dogmática y mucho menos en temas de fondo político o económico, como lo es en muchas maneras, el cambio climático, porque, aunque encontramos muchísimos protocolos y normativas, los hechos dicen que los objetivos de tales casi nunca se alcanzan conforme a lo que dictan las normas.
En París, sin embargo, habrá que rescatar una situación bastante importante que tienen a su favor los ortodoxos, los fines y metas que se plantearon primigeniamente no se están cosechando de la manera deseada, la situación radica principalmente en el apoyo que se le da al cambio climático y la inserción de gente involucrada en la investigación, proceso y cientificidad del impacto ambiental y meteorológico que tiene el Acuerdo de París; en los gobiernos no hay inserción de conocimiento técnico, por lo que la aplicación de la herramienta se ve estancada, pero existen casos muy concretos que permiten observar las modalidades de dichos protocolos, convenciones, herramientas, etc. y que vislumbran, a pesar de todo, eficacia.
El caso de China, es un excepcional ejemplo de que las energías renovables, las políticas verdes y los firmes ideales en el cambio climático (ortodoxos), pueden crear una convergencia bastante favorable para la economía y para el medio ambiente. A comienzos de 2017, China descartó su idea de invertir en carbón, para empezar una inversión en energías limpias, hoy en 2018 ya es un líder a nivel mundial en la incorporación de energías limpias, renovables y además un factor inalienable para la economía y mercados mundiales.
El caso mexicano de alguna manera también, puede ser un caso de evidencia urgente, que hace ver la necesidad de nuevas políticas públicas ortodoxas a una cuarta era de la globalización, donde el enfoque es la tecnología de la información, de la robotización, de la inteligencia artificial y de las nuevas formas de crear y encontrar energía que permiten sustentabilidad en el entorno donde el ser humano ha plantado su hogar. En el caso estrictamente mexicano, hemos querido aprender a vuelta de rueda, la importancia que tiene el reconocimiento de este criterio de oportunidad, México no ha avanzado siquiera a una etapa política/científica que le sea favorable internacionalmente y en el caso concreto, ecológicamente.
En otras palabras, a México le falta mucho trabajo técnico y de reforma política en materia energética y de impacto medio ambiental. Por lo que realza el discurso ortodoxo, de la necesidad imperativa de regular el cambio climático en ejes y objetivos a seguir, con el apoyo de influencia y macroeconómico de aquellos que tienen más “curules” en la comunidad internacional.
Lo que viene a ratificar las investigaciones sobre el desarrollo íntegro, equidad y medio ambiente que ha hecho la OCDE en el año 2017, sobre la planeación que han hecho los equipos de investigación de aquellas naciones que se encuentran entre las 20 naciones más productivas y más acaudaladas en el globo terráqueo. Son pues los G-20 en su mayoría, son los que se disponen a crear fondos de apoyo a estos círculos y criterios de oportunidad que contrastarían en cierta medida las emisiones anuales que producen los países industrializados que no han regulado los gases de efecto invernadero.
Sin embargo, las investigaciones de la OCDE han dejado ver que los objetivos previamente planteados de reducir a un mínimo los gases de efecto invernadero creando una atmósfera amable y reduciendo, como consecuencia, la temperatura general del planeta, no serán alcanzados con las estrategias planteadas hasta ahora. Ya que, aunque el sistema está creado para que hasta el 2030 la temperatura global háyase reducido hasta 2 ° C, los factores que inhiben el avance de la protección climático y medio ambiental, son directamente proporcionales a aquellos que emiten más gases, contaminan más y que además poseen en sus arcas más poder adquisitivo, así el desarrollo de las proposiciones según la ideología ortodoxa, no puede ser concebida de manera alguna sin la intervención y liderazgo de los G-20.
La posición de los países con una ideología o postura ortodoxa ante la vulnerabilidad, el impacto y el cambio climático, no puede concebirse sin el cambio económico en el campo de la cuarta era de la globalización, la información, las nuevas tecnologías e inclusive la robotización. En este singular aspecto de la convergencia que está sucediendo en el mundo globalizado, resaltar que las ideas que comparten la posibilidad de mitigación y de adaptación al brote excesivo de Co2 en la atmósfera. La estrategia política para crear la brecha donde todo el mecanismo de la sociedad internacional colabore al cambio climático radica en una idea que debemos evitar a toda costa: la contradicción.
En otras palabras, debemos estar todos en el mismo término ya que estamos todos ante el mismo problema, no dudar de la existencia del problema y colaborar para la creación de una solución es una vía de escape y solución vastísima. Y ya varios investigadores y críticos de las políticas de impacto medio ambiental han estado siguiendo el quehacer de las naciones ante este problema y ¿qué han respondido? Que necesitamos un nuevo marco legal y político donde los intereses económicos y de mercado no se contrapongan hacia los objetivos y metas del Acuerdo de París.
La Carta de Energía, es el único tratado internacional en el mundo que su tema específico es únicamente la producción, distribución y administración de la energía, tal instrumento ha sido el fundamento legal de muchísimas demandas legales en contra de los Estados que han negado acceso a concesiones, permisos y/o servicios que tengan que ver con áreas protegidas, materias primas o energía en bruto dado el impacto ambiental que tienen, pero protegiéndose bajo la capa de este instrumento.
De tal manera que este mismo, se ve totalmente desfasado a las necesidades prioritarias que tiene el globo hoy, ya que no regula el aprovechamiento de la energía en su totalidad, es por eso, que las Naciones Unidas han visto un criterio de oportunidad en el Acuerdo de París. Que gracias al Tratado de Nueva York de 1958 sobre el arbitraje, las sentencias y el trabajo jurídico de la comunidad internacional, partiendo de un ideal de soberanía funcional que obedece al control vertical del interés internacional.
Es decir, la necesidad de cubrir esos criterios de oportunidad, al momento de actualizar, materializar y ejecutar sanciones reales a los Estados Parte de un tratado internacional, bajo los principios del proceso debido.
PUNTUALIZANDO:
a) El ortodoxo busca siempre seguir las pautas normativas de manera literal, en busca del objetivo de su ideal. En el tema que nos obliga en este artículo, es entonces, el Acuerdo de París que debe ser respetado en su totalidad.
b) Aunque en la realidad, no se han podido materializar los objetivos planteados, el sistema ortodoxo que reconoce el problema del cambio medio ambiental le permite a la sociedad actuar y no ser omisa ante la disrupción del desarrollo de la mitigación y adaptación ambientales.
c) La contradicción de ideas es probablemente el problema más grande que enfrenta la situación que defienden los ortodoxos en este tema y su tentativa solución puede ser la adopción y homologación de conceptos y caminos ante un problema que es obvio y universal.
AGNÓSTICOS:
El agnosticismo es aquella ideología que tiene como postura principal la duda sobre una situación en la que existen dogmas y soluciones aparentemente simples.
El peligro de que las naciones no pongan suficiente atención y que no vean beneficio en la inversión de las energías renovables, investigación y experimentación con políticas verdes, es precisamente porque bajo esta postura parece innecesario, ya que no se cree en el cambio climático. Hoy, por ejemplo, el presidente de los Estados Unidos de América Donald Trump ha dejado claro que en su plan de gobierno no propone ninguna solución a los problemas que impactan el medio ambiente, porque no existe un problema que arreglar, es más, apoya a aquellas empresas de exportación de hidrocarburos y del carbón.
A principios del año pasado (2017), Trump dirigió la política energética y medio ambiental de una manera muy agnóstica y de alguna manera, entendible, ya que por su singularidad política aquellos que sí creen en el cambio climático y en la posibilidad de que el ser humano puede resarcir el daño causado a la naturaleza si es que actúa racionalmente, no fue sorpresa alguna, pero sí, una desgracia para los ortodoxos.
La administración Trump ha hecho quizás dos cosas controversiales que dejan ver la significancia de la postura agnóstica:
1. El rechazo a la ratificación al Acuerdo de París.
2. Rescindir las normas del Plan de Energía Limpia de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA); anular normas para el control de emisiones de metano causadas por la producción y distribución de petróleo y gas.
Como primer término, el rechazo a la ratificación al acuerdo medio ambiental más importante desde la Convención del 92 en Nueva York constituye regresión a la situación que enfrenta el mundo. El argumento que la administración republicana dio se puede explicar en gran medida con un artículo de una persona que es estudioso del cambio medio ambiental pero que es agnóstico porque no cree que las políticas, el Acuerdo de París y los acuerdos hasta ahora empleados funcionen; pero a fin de cuentas, la administración de Trump ha demostrado no simpatizar nada con intereses comunes ya que no tienen nada que ver, dice Donald Trump, con el medio ambiente, sino que es más bien un engaño internacional para que occidente se enriquezca de E.U.A.
Bjon Lomborg, el estudioso en comento, argumenta que debemos ser un poco más escépticos de acuerdo a las ideas y proposiciones de las Naciones Unidas, la Agencia de Protección Ambiental u otros que protejan este tipo de corrientes o métodos, ya que no han dado resultado alguno, ya que desde el Thatcherismo las emisiones del dióxido de carbono no han dejado de subir, las únicas veces que han bajado las emisiones han sido en periodos de crisis económicas devastadoras.
Otro argumento, es la situación de la eficiencia en conjunto de la necesidad de las energías renovables, Lomborg ha dejado claro que el cambio climático existe, pero que las energías renovables al día de hoy no representan en absoluto una ayuda que pueda coadyuvar a la mitigación. La razón es simple, la inversión en las renovables y en la investigación no es la suficiente como para poder subsanar la emisión de gases de efecto invernadero, para reducir la temperatura global de la tierra a 2°C se necesita reducir 6000 billones de toneladas de dióxido de carbono y según investigaciones de la Comisión de las Naciones Unidas en el cambio Climático por sus siglas en inglés UNFCCC para 2030 apenas podremos reducir las emisiones de los gases a 56 billones de toneladas.
Es así, que con investigadores que, si bien no piensan necesariamente como un escéptico total como lo es Donald Trump, pero que sí creen desmentir los falsos intereses de la sociedad internacional por reunirse al unísono por la hecatombe climática, ayudan desmedidamente a que más personas se muestren dubitativos ante la problemática que cualquiera con sentido común, un libro e internet podría asentir.
Donald Trump podría ser el escéptico más poderoso del planeta y a las Naciones nos está costando la duda escéptica de un presidente que prefiere fijar bien los intereses de unos cuantos que a su propia nación.
SÍNTESIS CONCLUSIVA:
El lector puede deducir con facilidad que el que escribe estas líneas no es agnóstico, pero he de escribir que tampoco soy un ortodoxo, no creo en las soluciones completamente cuadradas, fijas y ortodoxas, pero tampoco no creo en problemas inminentes, por lo que he de decir que me considero alguien de visión ecléctica, parte de la solución está en París, pero es solamente una parte, porque la cultura del ambientalismo y de la legalidad y respeto a los DESCA son otra parte indudable y que debe de ser respaldada por una nueva cultura que emerja gracias a París. El hecho de que solamente Nicaragua, Siria y E.U.A. estén fuera del Acuerdo de París nos dice que todo el enlistado de naciones que forman parte de la ONU creen sin chistar que las naciones deben cerrar filas a la corrupción, los malos manejos, la irresponsabilidad de la pseudo cultura del consumismo y de la ilegalidad y de la aquiescencia del Estado ante el cambio climático.
Sin lugar a dudas, París ha cambiado el rumbo y percepción que tenemos de lo que puede llegar a hacer un Tratado Internacional y de lo que puede llegar a hacer un grupo social.
* El autor es alumno del Programa de Licenciatura en Derecho en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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