Título: El dualismo como poder simbólico
Title : Dualism as symbolic power
Resumen: El libre albedrío del ser humano está sujeto muchas veces a mitos y sugestiones que provocan un efecto caótico en el andamiaje del ser humano, en el orden intersubjetivo del Homo y de esa mujer simbólica que como dice Antonio Velazco Piña, en su obra “la mujer dormida debe dar a luz”, para despertar la consciencia.
Palabras clave: dualidad, estado, cultura política, homo, evolución
Abstract: The free will of the human being is often subject to myths and suggestions that provoke a chaotic effect on the scaffolding of the human being, in the intersubjective order of Homo and of the symbolic woman, as Antonio Velazco Piña says "the sleeping woman must give birth ", in order to wake up consciousness.
Key words: Duality, state, political culture, homo, evolution
Morelia, Mich., 14 de mayo 2017.-La dualidad del ser humano es análoga al aleteo de la mariposa en la teoría del caos, mientras que el viento derecho impulsa a la evolución y fortalecimiento conexo existente en nuestra vida, el otro maldice, degenera, tergiversa, destruye y calumnia en contra de lo que más amamos.
La libertad del ser humano se ve embestida y golpeada ante el continuo fortalecimiento del opositor; la esclavitud, la represión y autoritarismo. En un orden intersubjetivo que nosotros creamos como Homo Sapiens Sapiens vierte temor y angustia pensar que lo que creamos se asemeja cada vez más al Leviatán de Hoobes o inclusive que éste se ve atemorizado por nuestra creación.
En un sistema que se puede ver a pulso la gran impunidad y verticalidad, en donde la metáfora del “indito” longevo que esperando la acción de la autoridad se encuentra indefenso ante la figura del Estado.
Libertad, Igualdad y Fraternidad, ese fue el lema de la declaración universal de los Derechos del hombre (el título completamente exclusivo), que sigue siendo el lema de muchos de los grupos o sectores defensores de los derechos humanos, pero no hacemos más que ir en contra de estos principios, nos perdemos en la senda de la ineptitud y del egocentrismo total.
Crecemos en un país donde la realidad de la justicia está cada vez más alejada a la materia, que los jóvenes crecen bajo el discurso del “cuando menos” y el “es que así dice en el código” cuando en el Derecho, moral y justicia, el sentido común y la lógica son vitales.
Si vivimos en el maravilloso Estado moderno, en la cúspide de la información, donde todo es posible con un clic, donde los Derechos Humanos son el credo para muchos, entonces en algo estamos fallando. Usamos de escudo protector que el gobierno recrea y agudiza la corrupción, cuando la realidad es que la corrupción es una cuestión de cultura política que necesariamente distribuye responsabilidades a la ciudadanía que no toma partido, el empoderamiento de ciertos focos atrae consigo un sinfín de fenómenos que estimulan de manera ya sea negativa o positiva, el trabajo del ciudadano como parte de una Nación es contribuir en la medida de sus posibilidades, respaldado por un Derecho a hacer política de manera directa, con consciencia y responsabilidad, sin importar de dónde venga y cuánto tenga o cómo se llame. La unidad en el Estado es un principio progresivo y medular.
La dualidad al fin de cuentas es un estado irrevocable que ha permanecido tatuado en el origen de nuestra especie, en aras del lenguaje, de la religión, de la política, o de cualquier otro poder simbólico del que somos amos y sólo y únicamente por esa razón debemos actuar evolutivamente y no dejar que este poder simbólico sobrepase nuestro vivir.
* El autor es alumno del Programa de Licenciatura en Derecho en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
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